jueves, 20 de marzo de 2014

Israel: «Existen muchas ideas preconcebidas y esto se debe a la desinformación»

Hablar de Israel, de su historia, cultura y religión, suele conllevar cierta polémica. Por este motivo, me gustaría comenzar el artículo señalando que no es la finalidad del blog dar una opinión política propia ni expresar ninguna visión personal respecto a ningún aspecto del país. No obstante, debemos ser conscientes de que hablar de realidades sociales es siempre complicado sin dejarnos llevar hacia uno u otro lado, por mucho que tratemos de mantener la máxima neutralidad posible.

En ningún momento me propuse crear este espacio con el fin de redactar encomios sobre ideologías o política; al contrario, el propósito ha sido, desde el comienzo, tratar de conocer las realidades que se viven en distintos rincones del mundo narradas en primera persona por gentes procedentes de tales lugares. A mi modo de ver, esta es la única forma de que disponemos aquellos que no tenemos o hemos tenido la oportunidad de vivir nuestra propia experiencia en dichos países para comprender otras realidades lejos de ideas preconcebidas.

Espero, por tanto, que del mismo modo que en anteriores artículos el hecho de hablar con personas de procedencias distintas a la mía me ha llevado a reflexionar sobre sus lugares de origen y adentrarme un poco más en su mundo dejando a un lado prejuicios de cualquier índole, en esta ocasión nos sirva a todos para ese mismo fin.

Me gustaría añadir asimismo para aquellos a los que no haya convencido con los párrafos precedentes que, en lo posible, traten de tener en cuenta que una persona procedente de un lugar no es representación de sus dirigentes políticos ni comparte necesariamente la o las ideologías más o menos extendidas entre sus conterráneos.

Lo único que sí creo necesario afirmar, y puedo hacer con total rotundidad, respecto a mi opinión personal es que considero que el hecho de haber estimado necesarias las observaciones precedentes, que sin embargo no he juzgado imprescindibles con el caso de artículos anteriores, por tratarse aquí de un país determinado es, a mi entender, una verdadera lástima.

Pues bien, dicho y aclarado todo lo anterior, hagamos un breve repaso que es lo que nos toca, aunque en esta ocasión no tan solo por la historia del país, sino también por la del pueblo judío, que va íntimamente ligado y resulta imprescindible para poder comprender el contexto general de la región.

Si bien nunca es sencillo resumir la historia de un país, podéis imaginaros la dificultad añadida que conlleva intentar tener en cuenta las muy distintas opiniones que puedan existir al respecto, y más cuando estas han sido origen de importantes conflictos aún muy vivos en la actualidad.

Pero, como decía, trataré de contrastar fuentes de diversas tendencias con el fin de no caer en opiniones subjetivas. O, al menos, de hacerlo lo mínimo posible.




Israel es un país de dimensiones bastante pequeñas: tiene una extensión de casi 23.000 Km2, es decir, casi lo mismo que la Comunidad Valenciana, y una población de unos ocho millones de habitantes, lo que tomando la misma comparación que antes equivaldría al doble que la comunidad autónoma citada.

El territorio en el que se sitúa el actual estado de Israel ha estado habitado desde tiempos antiquísimos; de hecho, se trata para muchos estudiosos del lugar de origen de algunas de las civilizaciones más antiguas que existen. Según documentan los historiados, las raíces de la nación judía se remontan al momento en el que los hebreos se establecieron en una zona conocida como Canaán, que a muchos resultará mucho más familiar bajo el nombre de Creciente fértil, hace aproximadamente cuatro mil años.

Que estos terrenos fueran poblados mucho antes que otras zonas se explica por su posición geográfica junto al mar Mediterráneo y el río Jordán, su localización estratégica entre África y Asia y la fertilidad de las costas. Pero esta situación tan privilegiada ha convertido dicho enclave, al mismo tiempo, en objeto de disputa entre distintos pueblos, ya que no fueron los semitas, al parecer, los únicos ni los primeros que habitaron la región.


Hay que añadir un motivo más para entender qué ha llevado a tantos pueblos a luchar por esta tierra: las tres grandes religiones que se han desarrollado desde la antigüedad, es decir, cristianismo, judaísmo e islam, consideran la Tierra de Israel como un lugar sagrado, puesto que todas ellas reconocen Jerusalén como la Ciudad Santa. En el caso que nos ocupa, la Torá es el texto sagrado en el que se describe Israel como tierra prometida por Yahvé al pueblo judío.


En el siglo XIII a.C. Canaán estaba poblado por egipcios e hititas, cuando varias tribus hebreas que se habían instalado en zonas próximas al río Jordán se aliaron para invadir estos territorios. Los conquistadores se identificaron como hijos de Israel, pues eran descendientes de los hijos de Jacop.

A tan solo unos párrafos de comenzar la historia de esta región, dejaré por primera vez que sea el lector quien interprete o juzgue si el asentamiento de los judíos en este territorio fue una conquista, expulsión o lo que cada cual estime oportuno puesto que, como he comentado al comienzo del artículo, se trata de un asunto delicado y no es mi intención manifestar opiniones personales. 

A finales del siglo XI a.C. se estableció el primero de una serie de reinos israelitas en esta región, reinos que la gobernarían de forma intermitente durante los mil años posteriores. En torno al siglo II a.C. se establecieron los reinos de Israel y Judá, que formaron una monarquía unida en tanto que se opusieron militarmente a pueblos vecinos como los filisteos.

Tras esto, se sucedieron distintos pueblos en el gobierno de la región, lo que se tradujo en una disminución de la población judía como consecuencia de las expulsiones de las que fueron objeto. 

La última etapa de plena independencia del pueblo hebreo hasta la actualidad tuvo lugar entre los años 132 y 135, cuando los judíos organizaron una rebelión contra el Imperio Romano que fue sofocada por este último y tras la cual los semitas fueron expulsados del país en una marcha que se conoce como Diáspora. 

Los romanos dieron un nuevo nombre a lo que pasó a ser una nueva colonia del Imperio: Siria Palestina, nombre que deriva de los filisteos. 

Pero el Imperio Romano acabó cayendo, y estos territorios quedaron bajo el dominio de Bizancio hasta que, en el 639, fueron conquistados por los árabes. La región vivió entonces una época de gran complejidad social y étnica, ya que los árabes se hicieron con el dominio de tierras habitadas por cristianos y, aunque en menor número, también por judíos; sin embargo, parece ser que no existieron confrontaciones importantes entre religiones ni etnias.

Varios siglos más tarde, entre los años 1096 y 1244, se emprendieron una serie de Cruzadas motivadas desde la nobleza europea debido al fervor religioso sumado, entre otros factores, a la pérdida de poder ante los turcos. 

La Primera Cruzada supuso una cruenta matanza de judíos y musulmanes y finalizó con la conquista de Jerusalén, a lo que sucedieron varias décadas de dominio y asentamiento de colonos europeos en los territorios.

A partir del siglo XVI, y durante los cuatro posteriores, el Imperio Otomano gobernó la región. Es importante señalar que, a pesar de los muchos conflictos que asolaron los territorios, siempre existió una pequeña parte de la población judía, especialmente en Jerusalén. 

Varios siglos después, la Organización Sionista Mundial, creada en 1897, comenzó a fomentar la inmigración judía a lo que seguía siendo territorio otomano. Los sionistas apoyaban la creación de un Estado judío, aunque no así los propios judíos ortodoxos, quienes se opusieron, y siguen hoy en día haciéndolo, ya que consideran el sionismo tan antisemita como cualquier otra ideología que niegue la condición de nacional de un determinado país a los judíos. No obstante, no hay que olvidar que muchos de los judíos que fueron llegando a estas tierras a lo largo de este periodo huían del antisemitismo existente en otros países.

Los semitas que se establecían en estas tierras compraban a las autoridades otomanas sus tierras de forma que creaban asentamientos agrícolas de los que abastecerse. Quizás sea en esta época cuando comenzó a gestarse el origen de las tensiones más fuertes entre árabes y judíos.

En 1917, el Reino Unido propuso el establecimiento de una patria en Palestina para el pueblo judío y la administración de tales territorios se adjudicó a los británicos.

Al término de la Primera Guerra Mundial, una nueva oleada de inmigración judía llegó a Palestina. Durante esta época se produjeron una seria de ataques por parte de la comunidad árabe contra judíos y cristianos, pues los árabes no concebían que los cristianos de Jerusalén vendieran tierras a los judíos.

Llegados a este punto, me gustaría reiterar que lo último que deseo es narrar los hechos de una manera subjetiva; no obstante, creo que se trata de un hecho fehaciente si afirmo que los británicos se limitaron a administrar las tierras sin prestar la más mínima atención al conflicto que emergía en la zona. Ante la situación que se había creado, los judíos respondieron a los ataques árabes en 1920.

Una década más tarde, se produjo una nueva oleada de inmigrantes judíos promovida por el avance del nazismo en Europa. En veinte años, de 1920 a 1940, la presencia judía en Palestina aumentó de un once a un treinta por ciento. La persecución de judíos en Europa sumada a la negativa por parte de muchos países del mismo continente ante la petición de abrir sus fronteras al pueblo perseguido incrementó considerablemente su número en Palestina.

A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido cambió su planteamiento respecto a la creación de un Estado judío y optó por un Estado único en la región. Al mismo tiempo, tomó medidas para limitar la entrada de judíos en Palestina, así como la compra de tierras por parte de estos. Esta prohibición se mantuvo durante toda la guerra, por lo que fueron muchos los judíos que trataron de entrar en Palestina y fueron enviados de nuevo a Europa, aunque una buena parte de ellos consiguió entrar de forma clandestina.

Tras la Segunda Guerra Mundial, una inmensa oleada judía se desplazó a lo que consideraba la Tierra Prometida y que, gracias a la cantidad de inmigrantes con altos niveles académicos en distintos ámbitos de la ciencia y la tecnología, experimentó un importante desarrolló.

División establecida por la ONU
Al mismo tiempo que esto sucedía, el aumento de la población judía acrecentaba aún más las tensiones entre árabes y judíos. Cuando el conflicto alcanzaba ya dimensiones importantes, Reino Unido recurrió a las Naciones Unidas con el fin de encontrar una solución. Y fue así como, en noviembre de 1947, Palestina se dividió en dos estados, uno árabe y otro judío, y Jerusalén quedó bajo la administración de las ONU.

Según esta división, el 48,7% del territorio hasta entonces palestino conformaba el estado árabe, mientras el 53,6% pasaba a manos de los judíos. 




Una gran parte de los judíos que residían en la región consideró adecuada la idea y aceptó la decisión; no así la Liga Árabe, que la rechazó y, dos semanas después de la resolución, anunció que intervendría militarmente en el territorio adjudicado a los judíos si no se anulaba el plan de la ONU.

A pesar de haberse retirado un año antes de la zona debido a la compleja situación, el año marcado como fin del mandato británico sobre estas tierras era 1948, y fue entonces cuando se proclamó el Estado de Israel. Un día después de la Declaración de Independencia, los cincos países árabes (Egipto, Líbano, Siria, Irak y Transjordania) que circundaban Israel le declararon la guerra.

Israel respondió al ataque y, durante los quince meses posteriores, conquistó un 26% de territorio adicional. Por su parte, Transjordania (la actual Jordania) ocupó lo que conocemos como Cisjordania y Egipto la zona que actualmente ocupa la Franja de Gaza.


Según informes de la ONU, cuando terminó la guerra algo más de 700.000 personas de origen árabe se vieron privadas de sus hogares, que habían quedado bajo el control israelí. Los judíos que quedaron en la zona árabe, por su parte, también fueron expulsados. Siria fue el último país de los enfrentados en firmar el Acuerdo de Paz con Israel, en 1949, momento en que se puso fin a la guerra.


Mientras todos estos acontecimientos tenían lugar, en la Unión Soviética también había comenzado a perseguirse a los judíos, generalmente considerados traidores o espías. Por este motivo muchos de ellos intentaron escapar de forma clandestina, pues eran muy pocos los que conseguían un permiso para emigrar legalmente. Los judíos a los que se rechazaba el visado eran conocidos como refuseniks y normalmente perdían el trabajo y sus bienes por el simple hecho de solicitar el permiso. En los últimos años de la URSS consiguieron el derecho a emigrar y cientos de miles de ellos se desplazaron a Israel y a Estados Unidos.


Casi una década más tarde, se desencadenó un nuevo conflicto: La guerra del Sinaí. Esta guerra tuvo lugar a consecuencia de la nacionalización del canal de Suez por parte de Egipto, que pretendía financiar la construcción de una presa junto al Nilo gracias a esta decisión. Francia y Reino Unido, indignados ante la posible nacionalización de un canal de cuyo petróleo eran los máximos beneficiarios, se aliaron con Israel y desmantelaron el ejército egipcio, lo que permitió a Israel conquistar la península del Sinaí en solo una semana.


La ONU decretó un alto el fuego para poner fin a la guerra y Egipto se vio obligado a aceptar que los cascos azules se interpusieran en la frontera que separaba Egipto e Israel con el fin de mantener la región desmilitarizada. Con esta medida, el pueblo hebreo consiguió nueve años de paz, aunque al mismo tiempo aceptó retirarse de la península del Sinaí y la Franja de Gaza, lo que supuso volver a la división territorial previa a la guerra.

En 1967, las Naciones Unidas anunciaron su retirada de la frontera, al mismo tiempo que Egipto, Siria y Jordania movilizaban sus tropas y Kuwait e Irak junto con otros países árabes concentraban sus unidades. Dada la situación, Israel decidió anticiparse a lo que consideró una ofensiva inminente y atacó a Egipto. Jordania respondió con la invasión de dos ciudades israelíes, entre ellas Jerusalén. Al finalizar la guerra, Israel había conquistado de nuevo la península del Sinaí y la Franja de Gaza, así como Cisjordania, Jerusalén este y los Altos del Golán (este último territorio en Siria).

Territorios antes y después de la guerra de 1967

Las Naciones Unidas ordenaron de nuevo la retirada de las tropas israelíes de la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, zonas reclamadas por los palestinos y aún hoy en día ocupadas por Israel, lo que supone una continua lucha entre ambos pueblos.

No obstante, a pesar de la presencia y control militar por parte de Israel, los territorios de Cisjordania y la Franja de Gaza no han sido anexionados al estado israelí debido a la alta densidad de población árabe, algo que sí sucedió con Jerusalén Este.

División actual del territorio


Aprovecho el final de esta pequeña síntesis en la que una vez más me he visto obligada a ceñirme a los acontecimientos más relevantes para no alargarme demasiado, para recomendar algunos documentales sobre el conflicto árabe-israelí, así como sobre el pueblo judío, para quien esté interesado en el tema y desee conocer un poco más a fondo la cuestión.

El primero que citaré es Promesas, una película/documental que muestra la situación desde el punto de vista de niños palestinos e israelíes. Desde mi punto de vista, muy recomendable para entender que ninguna persona nace odiando a otra.

Para aquellos que quieran conocer más de cerca la historia de los Altos del Golán, existe un documental emitido por RTVE  que podréis ver pinchando aquí

Muy interesante también el documental del espacio En Portada sobre comunidades judías ultra ortodoxas en el que se muestra el día a día de esta gente. Podéis verlo pinchando aquí.

Para quien prefiera el formato papel, la obra que lleva por título Oh, Jerusalén narra el nacimiento del estado judío y el por qué de muchos de los conflictos en la región. Tengo entendido que la obra se llevó al cine, aunque no puedo hablar sobre la película ya que no la he visto.

Seguramente me he dejado muchas referencias interesantes sobre el tema, pues se trata de un asunto sobe el que se ha escrito mucho y desde muchas perspectivas, por lo que si alguien desea hacer alguna recomendación, estaría encantada de que lo compartiera en los comentarios que pueden dejarse al final del artículo.

Y dicho esto, pasaremos a ver quién nos habla y qué nos puede contar sobre Israel.

Hace unos días, viendo que no tenía a la vista ninguna entrada nueva, empecé a pensar en quién podría contarnos algo sobre su país… y recordé a mi vecino, Adi, con quien creo recordar que no entablé la primera conversación hasta que una plaga de cucarachas invadió el inmueble en el que ambos residimos. Cuando le expliqué el proyecto y le propuse colaborar, accedió encantado, y aquí os dejo con el resultado.



Adi Mahler; Ma'ayan Baruch, Israel

Aunque Adi es natural de Dinamarca, nos habla aquí de Israel, país al que emigró con cinco años y donde vivió desde entonces hasta que, tras terminar sus estudios de Geografía e Historia en Tel Aviv, decidió trasladarse a Barcelona, ciudad en la que reside hace unos cuatro años.


- ¿Qué puedes contarnos de la zona de Israel de la que vienes?

- Aunque nací en Dinamarca, crecí en la región de Galilea, al norte del país, una zona situada a dos kilómetros de la frontera con Líbano. El lugar en el que vivía es un kibutz, que en hebreo significa literalmente «agrupación», y es como denominamos a un tipo de comunidad basada en la agricultura, donde no ganas ni gastas dinero.

Es una zona del país preciosa, cerca se encuentra el río Jordán y hay montañas que en invierno se cubren de nieve. Sin embargo, empezó a resultarme algo pequeño cuando crecí y, con 21 años, me trasladé al centro del país y pasé seis años en Tel Aviv.

Si tuviera que comparar mi kibutz con mi residencia actual, describiría Barcelona como una gran urbe con edificios enormes, bastante similar a Tel Aviv. Esta última no es tan grande como Barcelona, pero se trata de una ciudad con mucho movimiento en todo caso, hay muchos jóvenes, ¡y además tiene playa! Quizás una de las diferencias que destacaría es que Barcelona está mucho más limpia.


- ¿Qué es lo que más añoras de tu tierra?

- Lo que más extraño son mis amigos, aunque también la comida… por ejemplo, disfrutar de un buen hummus. También echo en falta pasear por las calles de Tel Aviv, en las que se respira un encanto especial.


- ¿Y qué es lo que más te gusta de vivir en Barcelona?

- Me gusta la facilidad del día a día: el ritmo de vida es mucho más lento, la gente no trabaja como loca y, en general, la vida es barata. Con un trabajo sencillo puedes vivir cómodamente, viajar, salir…

Por otro lado, me encanta el lado multicultural de Barcelona, es algo que te permite conocer gente de todas partes y tiene un encanto especial.


- ¿Crees que existen grandes diferencias entre España e Israel?

- Creo que la diferencia más importante es, como digo, el ritmo de vida: en Israel todo es muy rápido, muy directo. A veces puede dar la impresión de que nos falta educación, podría decirse que vamos siempre directos al grano.

También considero que, seguramente debido al hecho de tratarse de un país pequeño, el ambiente es más familiar, por decirlo de alguna manera, por lo que el espacio personal es prácticamente nulo. Si vas con un amigo en el autobús, es muy probable que alguien que no conozcas se meta en tu conversación y te dé su opinión. Otro ejemplo: si se pilla a alguien robando, la gente intentará parar al ladrón y adivinar de quién se trata.

Por último, diría que somos muy ruidosos, aunque esto no es precisamente una diferencia con los españoles.


- ¿Te costó adaptarte a la vida aquí?

- Siempre cuesta, en mayor o menor medida, adaptarse a la vida en otro país. Sin embargo, tampoco estamos hablando de Japón; las culturas del Mediterráneo tienen mucho en común y eso me facilitó acostumbrarme a un ritmo más rápido. Por otro lado, considero que siempre seré extranjero, a pesar de que eso en Barcelona no es algo raro, en el sentido de que una gran parte de la población procede de otros países.


- ¿Hay algo que te llame especialmente la atención en nuestra cultura?

- Creo que una de las cosas que más me ha chocado desde que llegué ha sido la siesta. No me refiero al hecho de echarse la siesta como tal, sino al horario que esto conlleva. Siempre que quiero comprar algo a cierta hora me encuentro con todo cerrado, y eso me resulta extraño. También me resultó distinto el hecho de que la gente hable tanto antes de hacer las cosas.


- ¿Qué diferencias podrías comentarnos en lo que respecta al ocio?

- Hay algo que debe tenerse en cuenta cuando se piensa en esto en Israel, y es que el servicio militar es obligatorio, además de tratarse de un periodo bastante largo. Esto hace que muchos jóvenes, cuando ponen fin a esta etapa, decidan empezar a consumir ciertas sustancias para hacer otras cosas y «desconectar». Lo más habitual es el consumo de cannabis.

A parte de esto, la cultura de tomar café está mucho más extendida que en España. Los fines de semana podría decirse que hacemos cosas similares, a la juventud allí también le gusta salir de fiesta y tomar una copa (aunque quizás no tanto como a los españoles).

Entre los jóvenes últimamente está teniendo mucho éxito una nueva actividad que consiste en juntarse en la naturaleza y escuchar música electrónica.


- Háblanos un poco de las fiestas más importantes que se celebran en Israel.

- La fiesta más divertida se llama Purim. Es el carnaval judío, que tiene lugar en esta época, y las calles se llenan de gente disfrazada. Por la noche, la fiesta se alarga y la gente suele beber bastante; de hecho, la Biblia dice que para esta ocasión tienes que ingerir alcohol casi hasta perder el conocimiento.

Otra fiesta importante es Pésaj, la Pascua judía, una fiesta que recuerda la salida del pueblo hebreo de Egipto. Esta celebración suele ser bastante familiar: todos nos reunimos para comer y tiene lugar una ceremonia que puede ser bastante larga. En casas de familias religiosas muchas veces se alarga hasta las dos de la madrugada. La tradición dice que, durante la semana de Pésaj, no debe comerse pan elaborado con levadura, así que comemos un pan especial que se llama matza, que es muy crujiente y bastante soso.

Hay otra celebración que podría parecer pintoresca, el Yom Kippur, el Día de los Lamentos o Día del Perdón. Se trata del día posterior al año nuevo judío, que se celebra al final del verano. La tradición es no comer durante toda la jornada, reflexionar sobre tus malas acciones y después ir al mar y tirar allí todos tus malos actos.


- ¿Qué puedes contarnos sobre los eventos sociales? ¿Qué diferencias mencionarías?

- Las bodas en Israel, por ejemplo, vienen de la tradición judía, y para nuestro pueblo es un evento muy importante. Normalmente se invita a mucha gente y se preparan ingentes cantidades de comida. Los novios tienen que estar bajo un techo de tela, donde se dan los anillos y el hombre rompe un vaso, momento en el que se considera que están casados y empieza la fiesta.

Los amigos y familiares de la pareja sujetan dos sillas en el aire, en las que se sientan los novios, y mientras todos bailan.

En la actualidad, la boda se ha convertido en algo tan complicado que la pareja suele prepararla con unos meses de antelación para organizarlo todo.


- ¿Qué opinas respecto a los prejuicios que existen en torno a Israel?

- En general, creo que hay muchas ideas preconcebidas que se deben a la desinformación. Lo que la gente suele oír sobre Israel son temas relacionados con la guerra. También creo que no es poca la gente que no conoce las diferencias entre ser israelí y ser judío: muchos se extrañan cuando les digo que en Israel viven en torno a un millón de musulmanes.

En mi opinión, creo que el hecho de que en España haya un número tan reducido de judíos es el origen de la ignorancia respecto a todo esto.

Por otro lado, la televisión solo muestra asuntos relacionados con el conflicto que se vive en el país, así que en más de una ocasión, cuando sales a tomar algo por ejemplo, a la gente le gusta ponerse a hablar de la política en relación a estos temas. De todos modos, no lo veo como algo malo.


- ¿Qué le dirías a la gente que posee estos u otros prejuicios sobre el país?

- Que Israel no es un lugar peligroso como pueda parecer: es un país moderno y, si no te adentras en la zona del conflicto, no existe ningún riesgo. De hecho, la seguridad personal es más alta que en Barcelona; por ejemplo, una mujer puede caminar sola en Tel Aviv a las dos de la madrugada sin ningún problema.


- En una ocasión me comentaste que tienes familia en muchos países debido a la historia de tu pueblo. ¿Qué puedes contarnos sobre tus orígenes?

- ¡Esto será complicado! Veamos: yo nací en Dinamarca, ya que mi padre es danés. Mi abuelo paterno era noruego, pero huyó de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y se instaló en Dinamarca. Sus abuelos, a su vez, llegaron a Noruega desde Letonia. Mi abuela paterna también era danesa, pero su familia venía de Polonia.

Mi madre nació en Israel, igual que su padre; los padres de mi abuelo emigraron a Israel cuando escaparon de la Revolución Bolchevique en Azerbaiyán.

Mi abuela materna también es israelí, de madre alemana y padre israelí, este último descendiente de una familia que emigró desde España hace quinientos años.

Por lo que ves, provengo de una familia judía, lo que explica que cada cien años algún pueblo nos haya perseguido y mis antepasados hayan tenido que moverse tanto geográficamente.


- ¿Podrías hablarnos de tu punto de vista en relación al conflicto que vive Israel en la actualidad? ¿Crees que es posible alcanzar la paz en la región? ¿Qué solución plantearías?

- Se trata de un tema muy, muy complicado, difícil de explicar en un espacio reducido.

A grandes rasgos, la base del conflicto es, a mi entender, que por un lado Israel es un país colonialista y, por el otro, los palestinos no han querido reconocer durante mucho tiempo el derecho de Israel a existir. Hay que tener en cuenta que es complicado negociar con alguien que no reconoce tu existencia.

Además, los palestinos reclaman el derecho de los refugiados de volver a sus hogares en Israel, algo que resulta imposible: imagina qué pasaría si España otorgara el derecho a todas aquellas personas de ascendencia española a volver al país.

Considero que ambos lados son bastante extremos: Israel está gobernado por una derecha que apoya a quienes colonizan; Palestina, por su parte, está liderado por Hamas, extremistas religiosos.

Por último, un factor que en España es difícil entender es el aspecto cultural. En el Medio Oriente lo más respetable es la fuerza que poseas: uno gana su respeto mostrando que es más fuerte que el contrario, y a mi modo de ver esta ideología se encuentra en la base de que aún existan tantos conflictos en la región.

En cuanto a una solución, no creo que haya ninguna de momento. Mi solución sería que el Estado palestino tuviera las fronteras del 67, pero ni la derecha israelí ni los palestinos estarán de acuerdo conmigo.


- ¿Existen rivalidades entre practicantes de distintas religiones que se hagan visibles en el día a día?

- No puede afirmarse que, tras tantos años de guerras, no existan odios. Es natural que estén presentes. Sin embargo, Israel tiene una población de un millón y medio de habitantes y existen muchas ciudades donde viven judíos y musulmanes juntos. A veces no se da una relación ideal entre ellos, pero conviven en un mismo territorio. Los árabes israelíes (palestinos con residencia israelí) son parte de nuestra cultura, dueños de restaurantes, dirigentes de partidos políticos, o personajes públicos que aparecen en televisión.

También es importante señalar que en Israel hay árabes cristianos, árabes musulmanes, beduinos (árabes nómadas) y drusos (practicantes del islam), todos ellos con culturas que difieren entre ellas.

Creo que, más que odio, existe desconfianza entre distintas religiones. Quizás el odio sea más bien entre Israel y Palestina, por lo que considero que, más que religioso, el motivo es histórico, ya que también existen muchos palestinos que son cristianos y no musulmanes.


- Hace algún tiempo, vi un documental que trataba el tema de las comunidades de judíos ultra ortodoxos en Israel (link aquí) ¿Qué podrías contarnos sobre esto?

- Se trata de una comunidad que, incluso para mí, es más bien extraña. Residen sobre todo en Jerusalén y Safed. Su estilo de vida es el mismo que el que se llevaba en el siglo XIX, la vida se resume en la oración y al estudio de las Escrituras.

La mayoría de ellos no reconocen el estado de Israel, ya que en su opinión este estado solo puede crearse cuando llegue el mesías; sin embargo, tienen poder electoral, porque aunque no crean en la democracia, les interesa utilizarla.

Por otro lado, sacan dinero del estado, pero no hacen el servicio militar. Para no hacerlo alegan que están rezando por nosotros. Es un tema bastante complicado en Israel; de hecho, el segundo partido más grande del país ganó recientemente muchos votos debido a su política en contra de estas comunidades.


- ¿Cómo ves la relación entre política y religión en Israel?

- Es una cuestión problemática. Israel es el único país judío, aunque fue fundado con ideas socialistas y sus fundadores no eran religiosos.

Me gusta mucho la herencia cultural del judaísmo, pero creo que promulgar leyes sin separarlas del contexto religioso no resulta beneficioso. Es una especie de lucha interior en el país, hay mentalidades que abogan por un país más laico y otras por un estado religioso.


- ¿Qué lenguas habla habitualmente la población? ¿Estudiáis otros idiomas a parte del hebreo?

- En Israel hay dos idiomas oficiales: el hebreo y el árabe. La televisión, por ejemplo, suele estar subtitulada en ambas lenguas, aunque los medios de comunicación son casi siempre en hebreo.

La gran mayoría de árabes israelíes habla hebreo, y la población judía suele hablar algo de árabe, aunque no a un buen nivel. Yo, por ejemplo, nunca tuve que aprender árabe en la escuela.

El segundo idioma del país es el inglés, y todo el mundo lo habla bastante bien. En la escuela también puedes elegir árabe o francés.

Como curiosidad, existen bastantes israelíes que hablan español básico, ya que muchos aprovechan para visitar América Latina tras el servicio militar y, además, las telenovelas gozan de gran popularidad en el país, algo que también contribuye a la expansión del idioma.


- ¿Qué puedes contarnos sobre la música tradicional de tu país?

- Israel es un país joven, así que la música tradicional es la judía o árabe.

La música judía está dividida en distintos tipos. El Klezmer es la música tradicional de los judíos del este de Europa; se parece a la música balcánica y suele ser muy triste o muy alegre.

Los judíos de oriente están más influenciados por los árabes en el tema musical. Este tipo de música es muy variado, porque los judíos estuvieron asentados en Marruecos, Egipto, Irak, Irán, Afganistán… así que cada país aportó un estilo algo diferente.

La música tradicional árabe es parecida a la música libanesa y jordana, y es muy típico un instrumento de percusión que se llama derbake.


- Por último, ¿qué recomendaciones nos darías si fuéramos a visitar Israel?

- Te diría un montón de sitios. Recomendaría visitar Tel Aviv, Jerusalén, la ciudad costera de Acre, Nazaret, la localidad de Cesarea, que conserva ruinas romanas, bizantinas y de las cruzadas…

También recomendaría ver un amanecer en Masada (un conjunto de fortificaciones que se sitúan sobre una montaña aislada), recorrer la región de Galilea, y visitar la ciudad de Eilat, aunque esta última cuando la situación con Egipto sea más estable, que es la parte más bonita del mar rojo.

Por supuesto, una visita al mar Muerto. Para los amantes de la historia, ¡podría extenderme mucho más!


- Seguro que me he dejado muchas cosas; si hay algo que te gustaría añadir, aquí puedes hacerlo:

- Creo que lo mejor para entender Israel es visitarlo. Hay muchos aspectos que las palabras no son capaces de describir. Así que, ya sabes, son solo cuatro horas de vuelo.


- Toda!

- Bevakasha!


Como siempre, para poner fin al artículo, os dejo con algo de música, aunque esta vez con dos temas. Para empezar, si hacéis clic aquí, podréis escuchar Sandrine, la canción del grupo con el que Adi tocaba en Israel (Zvoov in Groove)  y que cosechó un gran éxito en el país. 

En cuanto a la música tradicional, os dejo con un directo de música Klezmer que, personalmente, recomiendo ver, ya que la puesta en escena es curiosa. Quizás el vídeo entero se haga un poco largo, pero merece la pena escuchar, al menos, una parte. Podéis acceder al vídeo haciendo clic aquí.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Venezuela: «Chávez no es sinónimo de socialismo; se trata de un sistema corrupto y tercermundista»

Cuando pensamos en la historia de Venezuela, lo primero que suele venirnos a la cabeza es Chávez. En estos momentos, quizás tengamos más bien presente la situación actual que vemos en las noticias un día tras otro.

Pero, ¿y si tratamos de retrotraernos un poco más en el tiempo? Estas tierras, ya habitadas miles de años antes de que los españoles arribaran a sus costas, poseen una rica cultura fruto de una larguísima historia. Historia que muchos ignoramos, del mismo modo que desconocemos cómo son las gentes que habitan la región en la actualidad. Venezuela es mucho más que los conflictos políticos de los que nos informan los medios de comunicación, que, por otro lado, puede que no siempre sean como nos hacen ver o queremos creer.

Los primeros pobladores de los que tenemos noticias llegaron a lo que actualmente conforma el territorio de Venezuela hace unos quince mil años. Estos pueblos fueron desarrollándose hasta que, hace aproximadamente tres mil años, dio comienzo lo que hoy conocemos como periodo indígena, durante el cual numerosos pueblos de distintos orígenes poblaron la región.

En el siglo XVI dio comienzo la época colonial. Los españoles tenían dos propósitos en estas tierras: evangelizar a los aborígenes y extraer las riquezas. Posteriormente, cuando el territorio pasó a manos de los Welser, estos se dedicaron a la esclavización de indios: se registró la exportación de más de mil indígenas en menos de diez años.

A pesar de la resistencia que mostraron frente a los conquistadores algunos indios, de entre los cuales quizás el que más destacó fue Guaicaipuro, jefe de la tribu Caribe, las expediciones de los Welser se tradujeron en la destrucción de las sociedades indígenas en la mayoría del territorio. La administración de estas tierras durante varias décadas significó la búsqueda de El Dorado por parte de sus gobernantes junto con la instauración del terror entre las poblaciones autóctonas.

Ya avanzado el siglo XVI, el gobernador se estableció en Caracas debido al buen clima y a la privilegiada situación a salvo de piratas que plagaban las costas venezolanas. A finales del siglo XVIII comenzaron los primeros intentos de emancipación, la mayoría liderados por antiguos esclavos, criollos e incluso españoles influenciados por la Revolución Francesa. Sin embargo, no tuvieron mucho éxito y los cabecillas fueron apresados y algunos de ellos ahorcados.

No obstante, una pequeña parte de la población blanca criolla poseía un alto nivel educativo, lo que le posibilitó estar al corriente del panorama internacional, en el que se había producido la reciente Independencia de los Estado Unidos y Haití, así como la Revolución Francesa. Esto hizo aflorar un fuerte sentimiento de independencia. Entre 1810 y 1823, Francisco de Miranda, apoyado por los británicos, emprendió una expedición liberadora del país. El primer intento fue fallido; sin embargo, la segunda ocasión lo consiguió, y el 19 de abril de 1810 se inició la Revolución que llevaría a la Independencia de Venezuela.

Para conseguirla se sacrificaron miles de vidas, el país quedó arrasado y los intelectuales españoles fueron expulsados. También hubo venezolanos que no apoyaron la independencia y tuvieron que abandonar el país. A cambio, Venezuela se liberó del pago de impuestos coloniales y su ejemplo dio pie a la emancipación de otras colonias en Sudamérica.

Páez, uno de los militares más destacados que participaron en la Guerra de Independencia y líder del Partido Conservador, fue el principal gobernante de Venezuela tras la Revolución. Tras este, se sucedieron una serie de cambios en el poder, que fue pasando de un caudillo a otro y dio el nombre de «caudillismo» a este periodo. La muerte de Gómez, en 1935, marcó el fin de esta época, al mismo tiempo que acababa con una de las dictaduras más férreas que había conocido el país.

Posteriormente, se inició una transición hacia la democracia. Entre 1859 y 1863 conservadores y federalistas se enfrentaron dando lugar a una especie de guerra civil en la que los primeros defendían sus privilegios, mientras los segundos exigían la elección popular. Estos últimos vencieron y se consiguieron derechos tan básicos como el derecho a la vida o a la inviolabilidad del hogar.

Desde entonces se sucedieron numerosos líderes en el gobierno hasta que, en diciembre de 1998, los dos principales partidos perdieron y Hugo Chávez alcanzó el poder con una abrumadora mayoría. Al comenzar su mandato, Chávez convocó un referéndum que dio lugar a modificaciones en la constitución. El estado adquirió entonces el nombre de República Bolivariana de Venezuela, nombre que aún conserva en la actualidad.




En estos mapas podemos situar con más exactitud el país, que ocupa una extensión de 915 000 km2 entre su parte continental y sus numerosas islas; es decir, casi el doble que el territorio español. Tiene una población de casi 32 000 000 habitantes, de los cuales unos dos millones viven en su capital, Caracas.

Para conocer un poquito más sobre esta región, he contado con la ayuda de Raquel. A pesar de tener una abuela galleguiña de las que habitan aldeas remotas en tierras de Breogán, Raquel nació y creció en Venezuela y no se asentó en España hasta que, hace tres años, cambió su residencia por Barcelona. Y en Barcelona es donde nos conocimos aprendiendo a traducir dolores a la palpación, hernias inguinales y otras patologías y cirugías varias.





Raquel Aquino; Caracas, Venezuela.

Fotografía de David Paradela
- Háblanos un poco de tu ciudad. Muchas veces me has contado que Caracas es una urbe complicada para vivir, ¿a qué se debe? ¿Es así el resto del país?

- Caracas es una ciudad complicada, básicamente porque reina el caos. El tráfico es impresionante: un desplazamiento que normalmente se haría en quince minutos puede tardar horas. Hay muchísimos vehículos, en parte porque no se puede confiar en el transporte público y porque normalmente es más «seguro» moverse en carro. Sin embargo, tenemos algo bellísimo que nos alegra el día a todos: el Ávila. Es la montaña que nos separa de la playa, y nos encanta porque pinta de verde la ciudad y es un buen lugar para pasear y hacer ejercicio.

Respecto al resto del país, hay otras ciudades grandes, pero no creo que sean tan caóticas como Caracas.


- ¿Qué es lo que más echas de menos de Venezuela?

- El clima. Es una gran suerte tener un verano eterno; no tienes que preocuparte por estar cambiando de ropa varias veces al año y puedes ir a la playa cuando quieras.

El clima de Caracas para mí es ideal, oscila entre los 17 ºC y los 28 ºC, dependiendo del mes y de la zona, pero siempre es agradable, nunca hace demasiado frío ni demasiado calor, no es ese calor pegajoso de Barcelona durante el verano.


- ¿Y qué dirías que es lo que más te gusta de vivir en Barcelona en lugar de en Venezuela?

- La sensación de seguridad. Allí tienes que caminar con un ojo en la nuca para comprobar constantemente que nadie te sigue, tienes que tener las llaves de la casa o del carro preparadas para no perder ni un segundo buscándolas en la puerta y, definitivamente, no te puedes quedar charlando tranquilamente en la calle. La gente que nunca ha tenido que hacer cosas como estas no se imagina el valor que le doy a la seguridad.

También me gusta el transporte público. Sé que la gente se queja de Renfe y del metro, pero aquí el transporte público, por lo general, funciona.


- Imagino que si te preguntara qué cosas crees que deberían cambiar en tu país, me dirías unas cuantas. Pero, ¿podrías decirnos qué cambiarías si pudieras? ¿Qué reformas crees que deberían tener lugar? ¿Consideras que la población debería cambiar su mentalidad para poder llevar a cabo esos cambios?

- Obviamente, lo primero que me gustaría cambiar es la inseguridad: las cifras de muertes violentas y secuestros son horrorosas. Creo que estar pasando miedo todo el tiempo te impide disfrutar y hacer tus actividades cotidianas con normalidad. Pero sí, tienes razón, tengo una lista infinita de cosas que me gustaría cambiar en Venezuela. La mentalidad es una de ellas: no podemos seguir esperando al presidente-mesías; los problemas se deben solucionar desde diferentes puntos, empezando por el hogar. Desde hace muchos años, los gobernantes nos han metido en la cabeza que son omnipotentes. Me refiero a los presidentes, porque las demás instancias están un poco de adorno. La figura del presidente tiene demasiado poder para mi gusto. Los cambios se deben hacer desde la base: la familia, la escuela pública (no me extenderé en este tema porque necesitaríamos una entrevista completa), las juntas vecinales, etc.

Otra cosa que hay que cambiar urgentemente es lo que llamamos la «viveza criolla», que consiste en una actitud de malote de patio de escuela. Ejemplo tonto: hay doscientas personas haciendo cola, pero me da igual, voy a pasar el primero por mi cara bonita o por mi bolsillo lleno. Esta actitud está totalmente generalizada, está presente en todos los ámbitos de la sociedad y se fomenta desde que somos niños. Es un sálvese quien pueda constante y que realmente dificulta el orden y el buen funcionamiento de las cosas. Es ser un desconsiderado y es no tener un mínimo de respeto por la persona que tienes al lado. Es lograr tu objetivo sin importar a quién te llevas por delante.


- ¿Puedes hablarnos un poco de tu visión sobre la política venezolana y cómo crees que lo ve la población? ¿El gobierno goza realmente de un fuerte apoyo por parte del pueblo?

- A mi juicio, el principal problema es que la figura del presidente tiene demasiado poder; sus funciones deberían estar más repartidas y no debería poder tomar tantas decisiones sin ningún tipo de filtro o permiso. Esta situación se refuerza por lo que comentaba antes: la gente no quiere un presidente, quiere un mesías salvador.

No puedo hablar de los gobiernos anteriores a Chávez porque yo sólo tenía diez años cuando lo eligieron presidente, pero estoy segura de que él empeoró esta situación; se puso todos los focos sobre él y no permitió que otros hicieran su parte.

Actualmente, la población está muy dividida, básicamente mitad y mitad. Sé que muchos no estarán de acuerdo conmigo y dirán que en las elecciones ha habido trampa. Yo no creo que haya habido fraude como tal durante las elecciones; sin embargo, hay otros sistemas previos a las elecciones que han convencido u obligado a la gente a votar por el gobierno actual. Por ejemplo, mi familia tiene una casa Paparo, un pueblo de costa, donde la gente ha estado olvidada y marginada toda la vida. El gobierno de Chávez se preocupó por darles dinero, casas, comida, electrodomésticos, etc. Obviamente, eso no tendría que ser así: esa gente debería ser capaz de comprarse sus propias cosas y no recibir migajas de nadie. Sin embargo, el punto es que los habitantes de ese pueblo, sin dudarlo, han votado y seguirán votando por las únicas personas que han pensado en ellos, porque aunque no los enseñen a pescar, les regalan peces de vez en cuando. También hay muchísima gente que se está beneficiando del gobierno y está ganando cantidades ingentes de dinero y, finalmente, están los chavistas convencidos, los que creen en la revolución y en el proceso (y este grupo es muy numeroso).

Lo que pasa con la gente de la oposición venezolana es que, por lo general, son exageradamente de derecha católica, muy personalistas y tienden a creer que el país es la calle donde viven, no se dan cuenta de que hay otras realidades. Yo no he encontrado ninguna propuesta que me parezca seria y a la medida de nuestra compleja situación. Eso sí, es muy importante destacar que cuando la gente protesta lo hace por problemas gravísimos que encuentra en su día a día, aquí no hay tendencia política que valga.


- ¿Crees que en España conocemos la situación tal y como se vive allí? ¿Cuál es tu opinión sobre aquellas personas que se muestran a favor de la política venezolana en Europa o en España?

- En mi opinión, en España están bastante confundidos con el tema Venezuela. Que el color de Chávez sea el rojo no quiere decir absolutamente nada. Varias veces me han dicho: «yo soy Chavista porque soy anarquista, comunista, socialista o rojo». Cuando me dicen eso me confirman que, o no son para nada lo que afirman ser, o están muy mal informados. Eso no es ni comunismo, ni socialismo, ni mucho menos anarquismo; en realidad es un sistema corrupto, tercermundista y bananero.

Considero que quienes están a favor desde aquí no tienen ni idea de lo que está pasando allí. La revolución se ve muy bonita desde lejos, pero si supieran lo que es la inseguridad, el desabastecimiento, el control de divisas, los grupos armados que defienden la revolución, los apagones constantes, la inflación, la impunidad, la devaluación, la inexistencia de proyectos ambientales, la muy deficiente recolección de la basura, la falta de insumos en los hospitales, la situación deplorable de la educación pública, la sobrepoblación en las cárceles, la corrupción administrativa, policial y judicial, y un largo etcétera, seguramente cambiarían de opinión.


- Últimamente estamos viendo que en tu país se vive una situación especialmente complicada; ¿podrías explicarnos brevemente y desde tu punto de vista por qué se ha desencadenado lo que está sucediendo?

- Como he comentado antes, el gobierno (Chávez - Maduro) no ha sido capaz de solucionar o mitigar nuestros problemas, sino más bien todo lo contrario. La gente está muy cansada de pasar tantos trabajos todos los días. Esto se juntó con que los «líderes» de la oposición (a los que no les tengo ni una pizca de respeto) convocaron una serie de manifestaciones llamadas «La Salida» y, básicamente, pidieron a los venezolanos que tomaran las calles.

Nicolás Maduro, a quien a mi parecer le faltan veinticinco dedos de frente, en vez de tratar de calmar los ánimos, escuchar a su gente y ponerse a trabajar de una vez por todas, empezó con las amenazas y con el mismo cuento de «quieren un golpe de estado organizado por la CIA», «los gringos mandan a sus hordas fascistas pitiyanquis» y otras tonterías por el estilo.


- ¿Crees que lo que nos llega a través de las noticias es cierto, o no es del todo como nos lo cuentan?

- La información que tenemos es la que nos llega a través de las redes sociales, por lo que es muy fácil que la gente se confunda, se creen rumores, se manipulen fotos y similares. Los medios de comunicación o son muy chavistas, o son muy opositores o están censurados (es decir, como si no existieran).


- ¿Cómo crees que vemos en España a Venezuela? ¿Hay muchos prejuicios? ¿Crees que algunas de esas ideas preconcebidas son ciertas?

- Siempre me dicen dos cosas cuando se enteran de que soy venezolana: Chávez y Miss Venezuela.

Es triste porque Venezuela es mucho más que Chávez. Con respecto al Miss, sí, es una vergüenza. Así como aquí se paraliza el país para ver un Barça-Madrid, allí se paraliza cuando hay algún tipo de certamen, algo que considero asqueroso y machista.


- Imagino que las culturas venezolana y española difieren en muchas cosas, algunas muy visibles y otras se notarán con el día a día, en los pequeños detalles. ¿Qué cosas te chocaron más de nuestro país? ¿Te costó integrarte en España? ¿Crees que a un español le costaría integrarse en la sociedad venezolana?

- Creo que «integrarse», por llamarlo de alguna manera, depende de uno mismo. A mí nunca me han tratado mal, todo lo contrario, me he encontrado con gente espectacular. Los emigrantes tenemos que ser conscientes de que los que estamos llegando somos nosotros, no podemos pretender que la gente cambie y se amolde a nuestros gustos. Se dice que los catalanes son cerrados y tacaños, pero no estoy de acuerdo; siempre se han interesado por mí, me preguntan cosas sobre Venezuela, les fascina que les hable en catalán y nunca he tenido que pelearme con ellos porque no quieran pagar la cuenta.

Se dice que los venezolanos son abiertos, jodedores y panas (es decir, amigables, que están de broma todo el día). En líneas generales es cierto, pero por otro lado son menos tolerantes con temas que aquí están superados (aunque últimamente veo retrocesos con el gobierno de Rajoy): homosexualidad, aborto, empoderamiento de la mujer, sida, etc. Así que lo de ser abierto o cerrado me parece bastante relativo.


- ¿Qué se conoce en Venezuela de la historia anterior a la colonización? ¿Crees que en Europa ignoramos esa parte de la historia?

- Realmente se conoce muy poco. Actualmente, las comunidades indígenas están bastante marginadas y olvidadas por la sociedad. Un claro ejemplo de ello es el desconocimiento total de las lenguas indígenas por parte del resto de la población. A nadie le importa conocerlas, excepto a algún que otro lingüista alemán o finlandés que se adentra en las comunidades a estudiar lenguas que están a punto de desaparecer.

Tampoco es que tengamos problemas serios con los indígenas (como en el caso de Australia); simplemente nos dan igual, sabemos que están pero no les damos mucha importancia, y esa actitud debe cambiarse de inmediato. Son culturas milenarias, riquísimas y valiosísimas que deberíamos considerar, tomar en cuenta y aprender de ellas.


- ¿Se hablan aún muchas de estas lenguas indígenas?

- Como te digo, el tema de las lenguas indígenas está muy mal. Voy a presentarles un proyecto que se llama Endangered Language Project, que de paso les servirá para que se hagan una idea de nuestra situación lingüística: Endangered Language Project

Es un mapa bastante simple, en realidad hay muchas más lenguas y dialectos, pero sirve de referencia.


- ¿Qué suele hacer la gente los fines de semana o al salir del trabajo? ¿Crees que tenemos muchas diferencias en este aspecto?

- Las diferencias son abismales. Cuando la gente sale del trabajo sabe que le esperan horas en el tráfico o empujones en el transporte público; en realidad hay poco tiempo de esparcimiento.

Cuando tienes tiempo, por lo general, vas a la playa o al Ávila. Sin embargo, no existe la cultura del paseo o de recorrer la ciudad por placer como aquí.


- ¿Cuál es o son las fiestas más importantes que se celebran en tu país?

- Las fechas más esperadas son los Carnavales, Semana Santa y Navidad. Normalmente, la gente va a la playa (bueno, los de Caracas). Tengo que decir que en Caracas tenemos una visión bastante egocéntrica del país: «Venezuela es Caracas, lo demás es monte y culebra».


- ¿Puedes contarnos alguna curiosidad sobre los eventos sociales? Por ejemplo, ¿es muy distinta una boda o un cumpleaños de las que conocemos aquí?

- Las bodas se suelen hacer de noche y normalmente son un fiestón que termina al día siguiente.

Lo más curioso del cumpleaños es la canción que cantamos, que es muy, muy, muy larga. Además, se puede alargar el tiempo que se quiera metiéndole cancioncitas en el medio.



- ¿Realmente cantáis esta canción completa?

- Sí, incluso más larga a veces.


- ¿Varía mucho el concepto de tiempo y horarios con los que conocemos aquí?

- La gente sale antes de la cama. Entre las seis o seis y media de la mañana ya hay sol y la vida empieza desde muy temprano. Eso sí, todo cierra antes y la gente se va a la cama antes que en España.

En realidad es mucho más cómodo, porque te despiertas en cuanto sale el sol y te vas a casa cuando se pone. La vida está totalmente acompasada con la luz solar. Después de estar casi tres años en Barcelona todavía no me acostumbro a los horarios españoles. Todo empieza muy tarde en la mañana, se almuerza y se cena tardísimo, y nos metemos en la cama a altas horas de la noche; todo sin tomar en cuenta la luz solar. El tema de los horarios me ha costado mucho. No obstante, creo que aquí la gente es más relajada: siempre hay tiempo para tomarse una cervecita después del trabajo, para dar un paseo por Gracia… Y repito: el buen funcionamiento de transporte público es fundamental para poder llevar una vida así.


- ¿Podrías contarnos alguna costumbre que pueda parecer pintoresca a un español que vaya a Venezuela?

- Creo que la primera vez que un español oye nuestra canción de cumpleaños se queda impactado.

Otro tema muy pintoresco es la santería. Allí todo el mundo es santero, le prenden velas a no sé qué virgencita, a no sé qué santico. Se puede ver que mucha gente va «cruzada», es decir protegida por santos, porque llevan collares o pulseras características. Hay mucha gente que va totalmente vestida de blanco y con la cabeza cubierta, no sé muy bien para qué sirve eso, pero es algo de santería. 
Incluso está la Corte Malandra. Malandro es un concepto muy difícil de describir, pero básicamente es la corte de santos a los que rezan los delincuentes para que los protejan. El santo de esta Corte es el Santo Malandro Ismael.

Santo Malandro Ismael

- ¿Qué nos contarías sobre la música y baile de tu país? ¿Lleváis el ritmo en el cuerpo como solemos creer?

- ¡Lo cierto es que aquí sufro porque nadie sabe bailar! A mí no me gusta la salsa, ni el merengue o similares, pero tengo que confesar que cada vez que oigo esa música se me mueven los pies. No me gusta caer en tópicos, pero definitivamente llevamos el ritmo en la sangre.


- ¿Qué te gustaría que conociéramos de Venezuela y crees que la gente desconoce? ¿Qué nos recomendarías hacer si fuéramos a visitar el país?

- Si tuviera que recomendar un sitio, diría uno que no encontrarán en ninguna otra parte: la Gran Sabana.

Lamentablemente, no he tenido el placer de ir, pero no quiero morir sin haber estado allí. La Gran Sabana ofrece paisajes únicos: ríos, mesetas, valles y tepuyes (las formaciones más antiguas de la Tierra). Uno de los tepuyes es el Roraima, lugar que inspiró a Sir Arthur Conan Doyle a escribir El Mundo Perdido, historia que, a su vez, inspiró Jurasic Park.

Otra maravilla en el paisaje es el Salto Ángel, el salto de agua más alto del mundo y cuyo acceso es bastante complicado. Son tierras vírgenes pobladas por comunidades indígenas; vale la pena verlo.


- ¿Y que cosas básicas debería saber si fuera a pasar una semana en casa de una familia venezolana?

- Que comerás arepas todos los días. Si estás allí el día que hay algún Miss, olvídate de cambiar el canal. Seguramente te llamarán cada cinco segundos para saber si estás bien y comprobar que no te hayan hecho daño.

Los hombres se te pegarán como moscas, hay que tener cuidado, ¡tienen una labia latina peligrosa!

Por otro lado, te dirán que hablas «españoleto», que eres gallega y que tienen un pariente español (normalmente refiriéndose a gallego).


- Si deseas decir algo que no hayamos comentado y te apetece contarnos, aquí tienes espacio para expresarte:

- La parte social y política de la entrevista es muy complicada. Está todo muy resumido por razones obvias, pero son temas que requieren paciencia.




Creo que, a lo largo de la entrevista, queda reflejado que se trata de una persona curiosa, con muchas inquietudes, por lo que si a alguien le apetece conocer todavía un poco más sobre Raquel, aquí podéis visitar el blog que escribe.

También os dejo el de David, autor de la fotografía de Raquel que aparece más arriba y de este blog.



Para acabar de impregnarnos de cultura venezolana, aquí va un grupo de música típica de la costa que me ha recomendado la entrevistada y que, a mi entender, debe reflejar bastante bien el ritmo de su tierra a juzgar por el sentimiento de nostalgia que le produjo escucharlo. 

¡Que lo disfrutéis!